Existo, luego pienso

Los seres humanos tenemos el don del lenguaje que nos ha permitido escalar puestos en el juego de la evolución. Pero en nuestros días vivimos muchas veces dominados por esta capacidad de ponerle nombre a la realidad, distanciándonos de la experiencia más inmediata. Esto hace que a menudo tomemos literalmente nuestros pensamientos y actuemos en consecuencia, respondiendo a unas circunstancias que pueden existir sólo en nuestra mente.

A este fenómeno lo llamamos fusión cognitiva desde la Psicología de Tercera Generación, y refleja el grado en el que estamos fusionados con el lenguaje interno. Es muy fácil caer en la trampa del pensamiento y creer que los contenidos de nuestra mente se corresponden totalmente con la realidad cuando nos decimos que somos inseguros, nerviosos o tímidos. Lo cierto es que esas descripciones sólo tienen existencia en el contexto de la mente como producto de la misma y la validez que les damos es irreal.

A pesar de eso, tienen una influencia sobre nosotros desproporcionada convirtiéndose en los esquemas desde los que tomamos decisiones, nos fijamos objetivos y nos relacionamos con los demás. Van a tener efecto sobre todos los ámbitos de tu vida si les das la importancia y sobre todo, la literalidad que aparentan. Pero si los miras como lo que son, contenidos de tu mente, y permites que simplemente estén ahí, sin llevarte esa carga contigo, llegará un momento en el que sean sólo un eco al fondo de tu mente.

Hazte un hueco entre tus pensamientos y escúchalos con atención, pero sin perder de vista que son parte del lenguaje, la herramienta más valiosa del ser humano, siempre que se use con precaución.

No te fusiones con tu mente, vive fuera de ella, en la realidad.

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